
al comenzar una tarea
afectará su resultado
más que cualquier otra
cosa
Los entrenadores saben lo importante que es que sus equipos tengan la actitud correcta antes de enfrentarse con un recio oponente. Los cirujanos quieren que sus pacientes estén
mentalmente preparados antes de una operación.
Los que buscan empleo saben que su posible empleador quiere algo más que habilidades cuando llenan una solicitud de trabajo. Los oradores quieren una atmósfera propicia antes de comunicarse con su audiencia. ¿Por qué? Porque la actitud correcta al principio asegura el éxito al final. Usted estará familiarizado con el dicho: «Todo lo que está bien termina bien». Pero también es cierto: «Todo lo que está bien comienza bien».
Uno de los principios clave que enseño cuando doy conferencias sobre evangelismo, es la importancia de nuestra actitud al testificar ante otros.
La mayoría de las veces, es la manera en que presentamos el evangelio, más que el evangelio mismo, lo que ofende a las personas. Dos individuos pueden hablar del mismo tema con la misma persona y obtener diferentes resultados. ¿Por qué? Casi siempre, la diferencia está en la actitud de la persona que habla. El testigo diligente se dice a sí mismo: «La gente está hambrienta del evangelio y deseosa de un cambio positivo en su vidas».
El testigo renuente se dice a sí mismo: «La gente no está interesada en las cosas espirituales y no quiere ser molestada». Esas dos actitudes no solamente determinarán el número de intentos hechos para testificar (¿puede adivinar cuál de ellos testificará?), sino que también determinará los resultados si los dos comparten la misma fe.
El estadista americano Hubert H. Humprey era admirado por millones de personas. Su burbujeante entusiasmo era contagioso. Cuando murió, un periódico publicó un artículo sobre él en el que citaba algo que escribió a su esposa cuando hizo su primer viaje a Washington D.C., en 1935: «Puedo ver cómo, algún día, si tú y yo solamente nos decidimos y pensamos en grandes cosas, podremos vivir aquí en Washington, dedicados probablemente al gobierno, a la política o al servicio. Oh Dios, espero que mi sueño se convierta en realidad; voy a tratar que así sea, de cualquier manera». ¡Con esa clase de actitud no podía fallar! La mayoría de los proyectos fracasan o triunfan antes de comenzar.
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